Cirugía de la Parálisis Facial
Cirugía de la Parálisis Facial
Aunque muchos pacientes con parálisis facial se recuperan sin necesidad de cirugía, existen casos en los que la intervención quirúrgica se vuelve necesaria. Esto suele ocurrir cuando el nervio facial ha sufrido un daño severo o no muestra signos de recuperación después de un período prolongado. La decisión de someterse a cirugía también depende de factores como la edad del paciente, la duración de la parálisis, y el impacto en la calidad de vida.
Tipos de cirugía para la parálisis facial
Múltiples técnicas microquirúrgicas derivan fibras nerviosas desde los nervios sanos de la cara y el cuello, para que los músculos del rostro produzcan movimiento bajo las órdenes de otros núcleos motores afines. Estas técnicas necesitan de un periodo posterior de adaptación y rehabilitación. Las técnicas más importantes son:
Injerto cruzado
- desde el nervio facial sano (cross-face). Se realiza en dos tiempos quirúrgicos separados por seis meses. Desde las ramas terminales del nervio facial sano, se establece un puente que cruza la cara mediante un injerto nervioso, que aportará fibras motoras al territorio facial paralizado. Las ramas sacrificadas en el lado sano no alteran la movilidad de la cara sana debido a que solo es utilizada una parte de ellas. Una vez concluida la regeneración nerviosa, el injerto de nervio que conduce los nuevos estímulos, es suturado a ramas del nervio facial paralizado. Ambas caras se moverán bajo las órdenes de un único núcleo motor, el del nervio facial del lado sano. Es el tratamiento de elección en los estados más precoces.
nervio facial ha sufrido un daño severo o no muestra signos de recuperación después de un período prolongado. La decisión de someterse a cirugía también depende de factores como la edad del paciente, la duración de la parálisis, y el impacto en la calidad de vida.
Transferencias de nervios cercanos
Fibras nerviosas de nervios próximos al nervio facial pueden ser transferidos, para reinervar la cara y poder realizar movimientos básicos. Se suele utilizar la transferencia del nervio del músculo masetero o la transferencia parcial del nervio hipogloso (inerva la lengua). Los pacientes recuperan la simetría en reposo, pueden cerrar el ojo y logran elaborar una sonrisa social con entrenamiento y rehabilitación.
Trasplante microquirúrgico
Si la parálisis es de muy larga evolución (más de dos años), son inútiles los intentos de aportar inervación a grupos musculares que ya se han destruido. Por ello, se hace necesario el trasplante microquirúrgico de musculatura viable desde otra parte del organismo.
En un primer tiempo, se establece un puente mediante injerto nervioso, desde el facial sano hasta el lado paralizado de la cara, al igual que en la técnica de “cross face”. Por este injerto viajarán los impulsos nerviosos que activarán el trasplante muscular. Pasados seis meses, se obtiene un fragmento de músculo de la cara interna del muslo (músculo gracilis), que no produce perdida funcional en la pierna, y se trasplanta a la cara paralizada con técnicas microquirúrgicas. La vena y la arteria del injerto, se suturan a vasos de la cara y su nervio motor se une al injerto que previamente habíamos tendido desde la cara sana. El músculo se ancla a los labios, la comisura labial y el surco nasogeniano. Una vez reinervado, el músculo trasplantado traccionará de la boca según el vector elegido.