No es la primera vez que los cirujanos plásticos, estéticos y reparadores advertimos de que el ‘turismo sanitario’ a precios económicos puede traer graves consecuencias. La realidad es que la cirugía plástica es un tipo de cirugía mayor, por lo que requiere de los mismos profesionales, medios, estudios previos y protocolos, así como de los materiales de última generación.
Pero bajo el ‘eslogan’ de llevar a cabo procedimientos estéticos y reparadores económicos cada vez más pacientes deciden viajar al extranjero, sobre todo a países como América del Sur o Marruecos, Túnez, Turquía o Líbano. El turismo médico se ha convertido en una industria en expansión y multimillonaria, que atrae a pacientes de todos los países incluido España. Pero si bien el procedimiento inicial puede ser barato, puede representar una carga significativa para los sistemas de salud pública cuando los pacientes regresan a sus países de origen con complicaciones.
Lo acaba de demostrar un nuevo estudio realizado por investigadores del Hospital Brigham and Women\’s (BWM de EEUU) que describe la magnitud de las complicaciones médicas que pueden derivarse de la cirugía plástica en el extranjero. El trabajo ha sido publicado en Plastic and Reconstructive Surgery. En él se recuerda que muchos piensan en el ‘turismo médico’ como en el que buscan pacientes adinerados que viajan para recibir atención en instituciones médicas de alta calidad en el extranjero, pero asistimos a un creciente número de personas que regresan a sus países de origen tras someterse a procedimientos electivos de cirugía plástica a un precio menor, con efectos secundarios.
Pacientes españoles
De hecho, yo he tenido casos de este tipo y por ese desde este blog quiero recordar mis experiencias Pacientes que han viajado a países de Sudamérica, buscando mejores precios. Desde España, Europa y EEUU, los destinos principales son Colombia y Brasil. Allí hay excelentes cirujanos plásticos, con prestigio internacional, pero también proliferan clínicas quirúrgicas con poco control.
He asistido a pacientes en situaciones lamentables, con exposición de prótesis mamarias que han debido ser retiradas, infecciones después de liposucciones e, incluso, casos más graves, con compromiso vital, de tromboembolismo pulmonar.
Atendí a un caso en concreto, porque desde Colombia, me llamó un amigo cirujano plástico, intercediendo por la paciente. Hay muchas personas que viajan con paquetes cerrados, intentan rentabilizarlos y se someten al máximo de procedimientos quirúrgicos. Durante el postoperatorio inmediato se necesitan cuidados hospitalarios básicos de los que se prescinde.
En vez de ello, los pacientes emprenden un viaje de vuelta transoceánico, de más de 8 horas. Los riesgos de “la enfermedad de la clase turística”, troboembolismo pulmonar por flexión de las rodillas, deshidratación en cabina e hipoxia relativa en pacientes susceptibles, se ven multiplicados en los pacientes recién operados, que situación de hipercoagulabilidad típica del postoperatorio inmediato.
De hecho, en el nuevo análisis retrospectivo, Kimberly Ross, MPH, Orgill y colegas evaluaron pacientes que habían sido tratados en BWH durante los últimos siete años por complicaciones o quejas asociadas con la cirugía plástica realizada en un país en desarrollo. De los 78 pacientes evaluados, las complicaciones más comunes se observaron después de la abdominoplastia (35 pacientes) o el aumento de senos (25 pacientes). El país de destino más común para estas cirugías fue República Dominicana. El 75% de los pacientes en el estudio viajaron allí para realizar procedimientos electivos.
Las complicaciones incluyen infecciones, dolor y problemas de curación de heridas. Catorce pacientes presentaron infecciones en la zona quirúrgica, incluida la infección por bacterias resistentes a múltiples fármacos. Ocho pacientes requirieron la extracción de tejido dañado u objetos extraños en el sitio de la herida.
El equipo también descubrió que la mayoría de los pacientes dependía de su seguro médico para cubrir el costo de la atención de seguimiento cuando regresaban a los EEUU. Alrededor del 60% de los pacientes estudiados tenían Medicaid de Massachusetts. Cuatro pacientes en el estudio admitieron volver con su cirujano original, a pesar de las complicaciones, para un segundo procedimiento quirúrgico en el extranjero.
El caso de los jubilados ingleses
¿Qúe pasa con los jubilados ingleses que hacen turismo sanitario a España, o con la moda del trasplante capilar en Turquía?
En el primer caso, desde las descaradas Webs de los touroperadores, se encargan de elegir los hospitales públicos con mejores índices, el empadronamiento y la incorporación a las listas de espera. Los riesgos asumidos son los estándares, pues tienen una atención sanitaria de primer nivel y vuelven a su país después de superar el postoperatorio inmediato.
En el caso del trasplante capilar, el daño que se hace al organismo es mínimo, por lo que la vuelta es segura. Además, las empresas organizadoras han llegado a acuerdos para hacer el seguimiento en el país de origen. Parece que el problema está otra vez, asociado más a la reducción de costes, que a la calidad los profesionales implicados.
Por todo ello, esperamos que este estudio y estas reflexiones llamen la atención sobre este tema emergente y anime a otros a informar cualquier resultado relacionado con el tratamiento y los patrones del turismo médico.